martes, 5 de enero de 2010

Carpe Diem

Pedro y Paqui recibieron unas entradas para ir a ver un espectáculo al teatro. Era una de esas obras modernas en las que mujeres y hombres con ropas ajadas realizaban movimientos extraños, gestos contenidos en posturas exóticas. Una de esas actuaciones que solo los artistas creadores comprenden: filosofía para la élite pensadora.
Hace un tiempo, las obras de teatro eran las de siempre, con un guión denso, sucesos dramáticos en lugares cotidianos: La casa de Bernarda Alba, Tres sombreros de copa, La dama del alba, La vida es sueño, Fuenteovejuna... y un sin fin de grandes obras clásicas.
Al entrar al teatro, miraron la cartelera por curiosidad, pues llegaron con antelación, como es costumbre en su generación.¿Qué había sido de aquellos grandes clásicos?
Durante el espectáculo, observaron detenidamente aquellos nuevos artistas, tan distintos a ellos.
Al salir se miraron y uno le preguntó al otro ¿has entendido algo? Y el otro respondió encogiendo los hombros con una mueca incógnita en su rostro.
En su tiempo, aquellas primitivas obras modernas fueron incomprendidas por los de su generación, pero todos fingían entenderlas al final de sus vidas, pues fueron aclamadas por las escuelas de teatro y los organismos públicos culturales. Entraban a formar parte del CANON.
Hoy, con estas nuevas representaciones teatrales, más o menos, nos pasa lo mismo que antaño, pero sabemos que tarde o temprano se convertirán en clásicos.
¿Qué harías tú si pudieses ir a ver la primera representación de Hamlet de la história?
Yo no me lo pensaría dos veces, así que Carpe Diem, aunque no lo entiendas.

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