viernes, 2 de mayo de 2014

La curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo


¿Qué importa lo que diga o piense uno? Lo importante es lo que piense la mayoría, y ese es el problema, que la mayoría no piensa. Solo siguen a la conciencia colectiva.

El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común. Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos.
Émile Durkheim

Todos creemos tener opiniones propias, criterio, pero hay un mecanismo muy poderoso que actúa por encima del individuo, que arrasa con todo rastro de autodeterminación. Las creencias generalizadas son algo más que cualquier moda estúpida. Si, son modas, y lo que está de moda está en boca de casi todo el mundo, nadie se plantea el porqué, cómo funciona, pero el caso es que triunfa y siempre gana la batalla. En la contienda, ir a contracorriente es una locura, porque nadie te escucha, a nadie le importa, la gente no quiere pensar cosas complejas. Es más, te van a convertir en un paria social, un inadaptado, un marginado, incluso pueden acusarte con el dedo de mala persona, de ir en contra de sus creencias. Pero, ¿qué creencias? Yo me considero una persona tolerante y liberal, pacífica, sin ánimo de hacer daño a nadie. Procuro comprender otros puntos de vista y los valoro intentando no dejarme llevar por mis filtros, aunque sea imposible, porque todos tenemos filtros, por la educación, el lugar donde vivimos, lo que hemos experimentado, etc.

Todos tenemos una opinión, el problema es que pocas veces nos cuestionamos. Es un ejercicio que puede ser desagradable, pero es necesario. Descubrir que tu papá o tu mamá no son superhéroes es cosa del pasado, se deja de hacer cuando se pierde la inocencia, porque duele, es un desengaño. Pero todos pasamos por esa fase tarde o temprano, y al final, desmitificar a nuestras figuras de peso es importante para consolidar tu propia personalidad y carácter. De alguna manera se rompe el cordón umbilical y sales al mundo renovado, siendo tú mismo, porque te has construido a ti mismo desde cero y adquieres y tomas aquellas cosas que de verdad te interesan y con las que te sientes identificado. Aunque esto no sea del todo cierto, porque esas influencias permanecerán siempre impregnadas en tu persona. El conjunto de esas circunstancias hace que seas quién eres. Al final, más o menos descubres una parte de la realidad, no todos aquellos a los que admirabas son infalibles. La verdad duele, pero es necesaria para crecer.

Lo cierto es que no se le da el valor justo a la verdad. La verdad te hará libre, es cierto, y la libertad tiene un precio que hay que pagar. No se puede tener tanta soberbia, la arrogancia es ignorancia y presuponer que no nos equivocamos es convertirse en ignorante. 

Dicen que los tontos son felices, porque no se dan cuenta de las cosas, no entienden. Y puede que sea verdad, pero la ignorancia también tiene un precio. Obstinarse con ciertas ideas, no querer desprenderse de ellas, puede parecer un acto de rebelión o valentía. A mí me parece más un acto de autodestrucción. No se puede ser feliz estando en la inopia, porque no querer saber es una irresponsabilidad. Es más, es peligroso. Otros tomarán el mando, otros tomarán las decisiones por ti porque las acataras sin dudarlo. Hay que dudar siempre, porque la duda es un impulsor, estimula la creatividad, te da alas para volar, es algo fundamental. El conocimiento prospera porque alguien se hace preguntas sobre el mundo e intenta encontrar la verdad. 

Otra herramienta importante es la curiosidad. Pero es difícil tener una curiosidad sana y en forma. La curiosidad hace que te muevas con una fuerza increíble, y no paras hasta descubrir lo que sea que quieras descubrir. Pero parece que la conciencia colectiva tiene mucho que decir sobre esto. Hay infinidad de refranes, dichos y conocimientos populares:

“Orejas curiosas, noticias dolorosas." 
"Si orejas curiosas no hubiera, malas lenguas no existieran." 
"Dicen que la curiosidad mató al gato, pero nunca dicen si lo que descubrió valió la pena."
"La curiosidad no mató al gato. El gato se suicidó al descubrir la verdad"

Porque, ¿quién no conoce el dicho de que la curiosidad mató al gato? Parece algo peligroso ¿verdad? Es una frase que proviene del inglés “Care killed the cat”. Posteriormente, se sustituyó la palabra “care” por “curiosity”. Originalmente no era la curiosidad lo que le mataba, sino las preocupaciones.
Muchos autores, científicos, filósofos, artistas y personajes históricos, han escrito o hecho referencias sobre la curiosidad:

“Nuestro crimen es ser hombres y querer conocer.” Alphonse de Lamartine

“Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada.” Albert Einstein

“La curiosidad se atreve más contra lo que más se prohíbe.” Saavedra Fajardo

“Una de las principales enfermedades del hombre es su inquieta curiosidad por conocer lo que no puede llegar a saber.” Blaise Pascal

“La curiosidad es hija de la ignorancia y madre de la ciencia.” Giambattista Vico

“La curiosidad no es pecado. Pero tenemos que ser cautos con ella, claro...” Joanne Kathleen Rowling

“Prefiero que mi mente se abra movida por la curiosidad a que se cierre movida por la convicción.” Gerry Spence

“Pienso que si perdemos la curiosidad no hay nada; no hay reflexión y, por tanto, no hay conocimiento y no hay ninguna posibilidad de saber, de llegar al final de algo. Sin curiosidad, directamente no estás vivo.” Luis Eduardo Aute

En muchos casos tiene una connotación muy negativa, en otros, es símbolo de inteligencia, en otros de rebeldía. Pero la referencia que más me ha llamado la atención es comparar la curiosidad con el pecado.

Podríamos fijarnos, por ejemplo, en Fausto, que vende su alma al diablo para obtener conocimiento de todo aquello que él quisiera saber, y desperdicia ese tiempo en “placeres mundanos”, como anuncia el prólogo, convirtiendo el conocimiento en algo fútil. O incluso podríamos remontarnos en el tiempo hasta la biblia, donde ya en el primer libro, el génesis nos advierte de lo peligroso que es comernos la manzana. Hoy todos pensamos en la manzana como símbolo de sexo, pero en realidad el árbol del que proviene es el de la sabiduría (o del conocimiento). Dios advierte que si comemos el fruto se abrirán nuestros ojos y seremos como él. Y al final les castiga, a ellos y a toda la humanidad. Y encima, le echa la culpa a Eva… Pues yo no me llamo Eva, pero os incito a que probéis el fruto prohibido.

La educación convencional nos dice que solo hay una respuesta posible a las preguntas del examen. Pero si investigas un poco, te das cuenta de que la historia la escriben los vencedores.

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